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lunes, 25 de diciembre de 2017

LOS DOS PIRATAS BARBARROJA

El marqués de Comares, a la sazón gobernador de Orán volvió de la ribera del río Salado con un saco de tela ocre, sucio y ennegrecido. Postrándose antes Carlos V arrojó el sayo a sus piés. Señor, dijo, helo aquí. Del saco extrajo por los pelos sujeta la cabeza de Arudj. Los ojos vueltos, la boca con mueca y aquella barba rojiza que tanta fama le había dado. La misión estaba cumplida. Sin embargo el problema lejos de concluir, tomaba un nuevo cariz que quebrantó la tranquilidad del rey durante largo tiempo.
Barbarroja era un pirata berberisco que lució sus artes desde 1492 hasta bien entrado 1571. Bueno disculpen, Barbarroja no era un pirata, Barbarroja eran dos piratas: Arudj  y Khayar Ad- Din. Dos hermanos nacidos libres y cristianos en la ciudad de Mitilene, en la Lesbos otomana. Ambos abrazaron bien pronto el islam. El apodo proviene del primero de ellos que tenía esa tonalidad en el cabello. Arudj odiaba, al contrario que su hermano, (más estratega), las intrigas políticas y su ambición era ser rey de Argel merced al poder de sus barcos y sus hombres. Khayr se puso al servicio de Selim I, sultán de la sublime puerta, amparado por los turcos. Las temibles acometidas de Arudj dieron resultados: provocó una campaña punitiva que terminó con la toma de Argel, Orán y Bujía por Fernando el Católico, empecinado en derrocar al corsario pelirrojo. Los argelinos se sublevaron y pidieron ayuda a Barbarroja y a otro corsario llamado Selim ed Teudmi. Durante aquél enfrentamiento hostil Arudj perdió un brazo, pero salió fortalecido en su poder, además mató a su acompañante Selim, obstáculo político hasta entonces en su pretensión al trono de Túnez, trono que una vez conseguido provocó las iras de Carlos V, que rápido ordenó dar muerte a cualquier precio a Barbarroja.  Y vuelta al principio del relato: una vez decapitado el corsario, no llegó la tranquilidad para los españoles, al contrario. El menor de los hermanos le sustituyó como rey y usò la protección del sultán otomano Selim I. Tras tomar posesión del reino dividió su flota entre sus tres lugartenientes en la piratería: Dragut el turco en el Adriático, Aidín el renegado en el Levante español y las Baleares y Siram, judìo de Esmirna, castigaría Córcega, Cerdeña y Sicilia. El nuevo Barbarroja demostró arrestos cruzando el estrecho y atacando los galeones que procedían de América. Cuentan que en las Baleares las casas se construían al abrigo de las colinas con el fin de que no pudieran verse desde el mar, y a los edificios los rodeaban de espinos naturales plantando higueras para que con sus pinchos se dificultara cualquier ataque. Estas higueras en catalán aún se llaman "figueres del moro". Igualmente en Menorca, (Santiago Tarín dixit), quedan vestigios de murallas levantadas contra los piratas, así como una calle llamada Degollador, evocadora de las luchas que entonces tuvieron aquellos hombres.  
La carrera en la piratería de Barbarroja terminó con el asalto a Pineda, Barcelona, en 1545. Después se retiró a su palacio de Estambul, donde dicen que finalizó sus días viviendo a tope, rodeado de manjares, oro y mujeres. Murió a los 66 años.
El fin de la piratería berberisca concluyó con la batalla de Lepanto, después los piratas del norte de Àfrica no fueron más que simples aventureros que sobrevivieron en Argelia hasta que los franceses acabaron definitivamente con ellos en 1830. Pero esa ya es otra historia. 

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