Conocí al centauro Quirón. Sabio, elegante, lo vi
pasear entre flores por el monte Citerón en Tesalia. Supe de Acteón, Eneas,
Jasón y Medeo. También de Peleo durante sus aventuras en la corte de
Acasto. Quirón era inmortal pero fue
herido por las flechas empapadas en veneno de la Hidra de Lerna, disparadas por Heracles. Entonces
cedió su inmortalidad a Prometeo…….
(Espere, espere,
a usted me refiero,…. ¿de qué habla?,…. No sabemos nada del tal centauro, mucho
menos de hidras, flechas ni Prometeo…. Lo nuestro es diferente, no puede dárselas de listo con ejemplos raros que
nadie conoce en este hormiguero. Además no ha cumplido con la función que la
reina le encomendó…… debe escribir sobre
la perfecta organización que nos hace sobrevivir a través de los siglos. Desde
que aterrizamos en este planeta hace un millón de años, hemos conseguido
perfeccionar el sistema: zánganos, soldados, obreros…. Creo que se le contrató
para eso, para que explique la maravillosa arquitectura social de nuestro
reino; en cambio, fíjese: nos habla de cosas raras, dioses, semidioses y
héroes. No hay más dios que el modus productivo, ni más sociedad que la
nuestra, pese a enemigos y desastres naturales, pese a conspiradores y
fabulistas…, eso, usted es uno de ellos, un fabulista..)
Me enamoré de Náucrete, más ella eligió a Dédalo y
engendró a Ícaro. De esta manera vago por campos y penumbras, dolido de amor, vate ocasional, juglar
borracho de anises,
(Pare, se lo ordeno, Deténgase, no es eso lo
encomendado, creemos que ha de salir de nuestra corporación. Es inaguantable el
sopor que causan sus palabras…. Fuera,
váyase a otra vida, la de los idealistas
y vagos, márchese ya mismo, no conquistamos el planeta para aguantar tanta
palabrería, lárguese maldita Cigarra……)