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sábado, 23 de diciembre de 2017

HABITANTE DE UN CUENTO

Una vez fui un personaje de Borges en un cuento inacabado que regaló a Bioy Casares. Me había situado en un escenario ideal, de esos que cualquier protagonista adoraría: el lecho marital. Lo peor, por motivos erráticos, el cuarto lleno de sangre, mucha y abundante sangre que Borges, en sus alardes interpretativos, le había dado por estirar y convertirla en llanto de clásicos, Orestes, Edipo, Homero..... 
Bioy se encontró con un texto inacabado, ya lo dije, un texto sin desarrollo ni final, mal resuelto, lo suficientemente embrollado para tenerlo entretenido meses, tal vez años. Parecía, tal cual, un crimen sin víctima. Lo miré impaciente. En esa época Casares no bebía alcohol, pero apuró un trago blanco, gin, por el olor. Afirmé que no podría soportar tanto tiempo, que yo estaba vivo y fresco, pletórico de ideas, que mi concepción, si la hubo, fue plàsticamente ideal: yo era un tipo con gran futuro criminal, estaba preparado para nacer a los treinta años.
 Con el olor a gin, Bioy habló: tiene usted razón, no sé que hacer con esa terrible mancha de sangre del dormitorio, como resolverla, lo mejor es que, presto, quede usted liberado. Y así fue, tantos años ya. Una vez, que se sepa, fui un personaje de Borges. 


ENTRE HIPOS

Después de comer me ha dado un poco de hipo. Ya saben, el diafragma y la glotis jugando al corre corre que te pillo. Estaba leyendo las páginas de opinión de una revista. Lucas, que sabe de todo, se arrima a mi butaca y me dice que Charles Osborne, estadounidense, sufrió un gran ataque de hipo que le duró desde 1922 hasta el 1 de Mayo de 1991. Estuvo hipando continuamente durante 71 años. La cosa empezó mientras sacrificaba a un cerdo. De algún modo su músculo diafragmático se disparó, y no cesó hasta 71 años después. Hasta 40 hipos por minuto tuvo el tal Osborne. Por otro lado, dice Lucas, se casó, tuvo hijos, y llegó a los noventa tacos, edad a la que sin duda no llegaré.
 Alarmado por la historia que  comenta, me levanto, hago alguna flexión, bebo agua, y zas. Milagro, fuera hipo. Me siento con un palillo entre los dientes a intentar seguir leyendo y Lucas vuelve a la carga: ¿Sabes que Agatocle, tirano de Siracusa, murió atragantado por un palillo?. Lo miro de soslayo, dejo el palillo y, sin hacerle más caso  dispongo, esta vez sí, a leer un artículo de opinión. Versa sobre la extraña muerte del pretor romano Fabio, atragantado con un pelo de cabra que flotaba en la leche que iba a zamparse. Glup. 

COSAS PARA LEER

Me han regalado un estudio sobre neutrinos, sustantivo "moderno" puesto en boca de millones de personas sin conocimiento. A mí me parece agradable que me regalen estudios en general. Toma, lee esto: "Trancesdencia de la alimentación  fast food en la mosca del vinagre", y se quedan tan panchos, sobre todo porque saben que he jugado mucho tiempo con las posibilidades literarias de la drosophila melanogaster.
Con los neutrinos pasa otro tanto, he ido deshojando margaritas subatómicas a bases de pensamientos hasta llegar a los fermiones y los bosones, partículas elementales de la naturaleza que alimentan cualquier especulación mágica, la muerte misma, los viajes a la nada y otras zarandajas filosóficas difíciles de someter a juicio, asunto por el que los paranormales, yo los llamaría anormales, andan expectantes a ver si les cae un ectoplasma de Belchite, pueblo donde Franco y sus facciosos se cebaron hasta la desolación. Los neutrinos poseen una masa nula, diez mil veces menor que la del electrón. Eso los faculta para ser materia oscura del universo y para viajar a velocidades supersónicas, quién sabe, caso de corroborarse, superior a la de la luz. Mis regaladores son jodidos pues conociéndome saben que estaré unas semanas dándole vueltas con aplicaciones de física que no alcanzo a comprender, simplemente porque me detengo en la antimateria filosófica y eso hace que acabe en submundos paralelos, una suerte de no ser mientras somos que me facilitan la labor de escribir. En otra ocasión dejaron en el buzón una serie de notas sobre la refracción de la luz, sobre arcos iris, spectrum dixit, y sobre la doble vida sexual de Newton. Y es que la gente que me rodea cree que uno cultiva todo, estando en lo cierto relativamente, tan relativamente como la teoría de la relatividad, fórmula exacta de firmeza inalterable. 

PRENOCHEBUENA


Una zambomba procedente de oriente señala el nacimiento de un niño con cara aria. La zambomba deja una estela condensada en el cielo que los palestinos confunden con chemtrails. A los palestinos le suda el carajo las zambombas y los belenes pues ellos tienen montado el suyo propio.
Apoyo el vaso con café sobre una revista doblada encima de la mesa del salón. Nunca he contado que la mesa del salón está repleta de caracolas y órganos de mi dolor sin instrumento. La frase nos la dejó Miguel Hernández antes de morirse de hambre, bronquitis, tifus y tuberculosis en el talego de Alicante. Morirse en el trullo, vaya destino de mierda, morirse con las ideas puestas, enfundadas en un saco y atadas a la espalda, morirse ahogado sin renunciar a lo que cada uno es.
En un nacimiento adecuado a las circunstancias, buey, vaca, perros, gallinas, pesebre, virgen paradójica parturienta, marido descolocado, pastores cagando tras la loma, caballos bebiendo en el río donde beben y vuelven a beber los peces, un arbolito iluminado refleja letras de El corte inglés. Nacimientos con chicas disfrazadas de papa Noel. 
Sí, vale, deliro. No voy a negarlo, me he soltado, zás, y narro imágenes a botepronto, grandes colmados, cochinillos expuestos, foie en las vitrinas, besugos con ojos radiantes. Viandas y viandantes.
¿Saben cual es el comentario general?. Un día es un día y a ti te encontré en la calle. A comer hasta reventar. Polvorones, mantecados, anises, trufas, chocolates... ah, el chocolate. 
Una zambomba brillante sigue en el cielo marcando la ruta de los mercaderes: Constantino, primer emperador cristiano, dio un perfecto golpe de estado. Desde el concilio de Nicea hasta aquí ya ha llovido. Y les ha ido de puta madre, miren sino alrededor de ustedes. Cruces, corderos lechales que quitan el pecado del mundo y buenos licores. 
Mañana nochebuena, el día parece abierto al azul, a pesar de anuncios ciclogenésicos explosivos y otros asuntos baladíes. Hay que acelerar la cena, la grande bouffe , llamar a Michel Picolli y a Mastroianni, dejarlos morir en el váter de casa. 
23 de diciembre...... el dolor disminuye, la amoxicilina hace efectos.