En boca cerrada no entran moscas, aunque me atraiga
dar vueltas últimamente a las cosas. En moscas cerradas no entran bocas, es una
imagen maravillosa, propia del mismísimo Max Ernts, al que veo otra vez
disfrazado de bandido en L'age d'or. Dando vuelta a cosas, topo con El diablo
cojuelo para releer de pasada sus andanzas contadas por Luis Vélez de Guevara
en las postrimerías de 1600, de paseo por el Madrid cortesano junto a don
Cleofás Leandro Pérez.
Diablo al que, de otro modo, Ambrose Bierce dedicó un
extraordinario diccionario que refresca mis días. Bierce define palabras dándoles vueltas de calcetín.
Por ejemplo, Demonio:
"hombre cuyas crueldades se cuentan en los periódicos. Ser cuya existencia
tiene un valor inapreciable para los reporteros, quienes, sin embargo, casi
siempre se dedican a censurar y criticar su forma de vida". O su explícita
definición de Desnudez como "la cualidad del arte más difícil de soportar
para los lascivos". Forma sin duda demoníaca.
Ya digo que arrimándose a buena sombra, uno encontrará
el árbol extendido, con brazos abiertos y latido tubular de corazón jodido.