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domingo, 17 de diciembre de 2017

CONTAMINADOS

A despropósito de las nubes turbias que envuelven las megaciudades, recuerdo un cuento de Boris Vian donde una niebla espesa acababa apropiándose de la urbe y a todos, a todos, les entraban deseos terribles de follar. Concupiscencias incontroladas, unos con unas y otras con aquellos, esa niebla era la antítesis de la de King, donde monstruos surgidos del meteoro intentaban devorar a los supervivientes de un pueblo, encerrados, como nó, en un supermercado. La niebla, (boira en catalán, palabra auténticamente maravillosa) es recurrente, sobre todo porque nos impide ver, dotando esa ceguera extranormal de inquietantes sombras. 
Los niveles de mercurio, dióxido o azufre se disipan en la suculenta nube que en forma de globo intoxica a los ciudadanos. Es una nube originada por la mierda, originadora a su vez de enfermedades de mierda. La naturaleza de la excrecencia es el hombre, en singular, rey de la creación, aunque digan que las vacas contribuyen con su metano al envenenamiento. Autos, humos, vertidos, quemados, industrias, venenos. No es de extrañar que cualquier habitante del centro mesetario, al llegar a estas bajas latitudes y ver la mar, oh la mar, mee residuos sólidos de la impresión. Que en poco haya que andar con mascarillas anti contaminación, o máscaras antigases, o caretas anti estrés es cosa sabida.      De momento, a pesar de los miles de intentos por joder la marrana, uno contempla una bandada de gaviotas y patos comiendo en el remanso de la marea que viene, plácida, pulsada. El olor a salitre empapa pulmones curándolos, igual que se cura la melva en los barcos. Comento: las gaviotas se están dando un festín, debe de haber mucho pescado. No, contesta un señor bajito con chándal, están comiendo mierda arrojada desde el puerto. Una niebla ligera empieza a asomar. 


INSPIRACIÓN

Uno se convierte en un hombre mayor, de mal carácter y mirada raída a base de golpes. La metamorfosis está servida, somos escaparates de lo que fuimos, larvas, anfibios, peces con agallas, hombres erectos, cimarrones con cápsulas para no escapar otra vez de aquellos perros semejantes de las jaurías.
 Uno no fue así, el destino nos forzó, la mierda de vida, pronombres, preposiciones, jaculatorias, puñales profundos en el corazón y la escápula. La tarde gris abre un rayo amarillo detrás de la fuente.  Recuerdo, (cosas de hombre perro), a Tippi Hedren en "Los pájaros" durante la última escena, cuando catatónica por haber sufrido el ataque de gaviotas carnívoras desvía los ojos al vacío, loca por follarse a Rod Taylor. Con la mano vendada suspira el hombre, tan remilgado y héroe americano, odiando el cardado rubio de su partenaire. Dentro del deportivo huyen junto a madre y cuñadita tonta de pueblo, mientras que un rayo igual al que ahora asoma, ilumina la campiña de grajos, cuervos, faisanes y estorninos feroces, metáfora de la ira evolutiva invertida.... Uno se convierte en un hombre mayor, ausente de la normalidad, excéntrico, buscador de hormigas y mantis religiosas. Uno, sin ningún pero, sólo busca el camino salvaje.


EL FIN DE CURKUS, "EL CARNICERO DE RIGA"

La calle Cartagena està situada en el tranquilo barrio residencial de Carrasco, en Montevideo. Es una calle tranquila, sin mucho tránsito. El 6 de Marzo de 1965 un coche patrulla de la policía paraba frente a una vivienda de la llamada Casa Cubertini. Como nadie respondía a sus llamadas, decidieron forzar una de las ventanas y pasar al interior. El fuerte olor había alarmado a algunos vecinos. Los agentes se tapaban las narices con pañuelos. A unos metros de la puerta de acceso, un baúl con refuerzos de madera y tres candados cerrados. Por abajo, una gran mancha de sangre seca ensuciaba el suelo. El zumbido de las moscas advertía que dentro del cofre, un cadáver en estado de descomposición, permanecía envuelto en plástico con la boca abierta. Sobre su pecho una nota manuscrita: "Veredicto: considerando la gravedad de los crímenes de HERBERT CURKUS y su responsabilidad en el asesinato de 30.000 hombres, y considerando la terrible crueldad mostrada, nosotros condenamos al susodicho CURKUS a muerte. Fué ejecutado el 23 de febrero de 1965 por Aquellos que nunca olvidan".
....... el año 1941 el ejército alemán entró en los países bálticos dentro de la llamada operación Barbarroja. Herbert se unió a los Einsatzgruppen de las SS, escuadrones de la muerte encargados de la liquidación de todos los judíos de Europa. Al poco tiempo ya se había ganado el respeto de sus superiores. Su crueldad llegó a ser extrema. Participó en la ejecución de niños en el bosque de Rumbula bailando sobre sus tumbas, y en la aniquilación de más de 30.000 judíos del gueto de Riga. Eso le hizo ganarse el sobrenombre de "El carnicero de Riga". Curkus, letón psicótico, trabajó con Viktor Arjas, otro majareta obsesionado con matar. Formaron un grupo conocido como la "Banda Arjaas", haciéndose famosos, claro está, por su brutalidad incompasiva. Aficiones como la de detener a mujeres jóvenes y obligarlas a correr en medio de la calle mientras les disparaban o el expolio a las familias acaudaladas eran práctica común.       
El caso es que, curiosamente fue su amigo Arjas quién puso sobre la pista al Mossad sobre el paradero de "El carnicero". En principio engañado por agentes israelíes que se hicieron pasar por periodistas interesados en oír sus hazañas. Urkus andaba por Brasil. Odessa le había puesto un nombre nuevo y una nueva personalidad. Esto último no era del todo cierto. Ni siquiera se había molestado en cambiar de nombre. Vivía en Sao Paulo en Interlagos, con su familia, dedicado al alquiler de barcos e hidroaviones en la playa. Desde allí, había decidido fijar su residencia en Montevideo, aparentemente un sitio más tranquilo.  Pero lo que Urkus no sabía es que tenía los días contados. Anton Kuzele, kasta del Mossad, unidad de asesinos del espionaje israelí, había sido puesto al mando de la operación. Y fijaron el campamento base en Buenos Aires. Desde allí el salto a Montevideo. El 10 de Febrero del 65 arribaron al lujoso hotel Nogaro. En el "equipo" había dos verdaderos especialistas, Yoav y Ariech. Uno podía partir el cuello en plena calle delante de la multitud sin delatarse, con el empleo de sólo dos dedos. Otro era un experto tirador con firma: un disparo en el ojo. El 23 de febrero siguieron hasta su casa a Curkus. Cuando aparcó su Volkswagen negro fue empujado a la vivienda. Un cable de acero alrededor del cuello y dos disparos con silenciador pusieron punto y final.
Vaciaron sus bolsillos y depositaron los objetos en una bolsa. Un pasaporte brasileño número 27999 expedido el 2 de febrero de 1965, unas gafas con un cristal roto y una pistola Beretta 6`35 mm, modelo 950 y con número de registro B78137. Seguidamente el cuerpo de Curkus acabó en el interior de un baúl con tres candados y una nota manuscrita en el pecho.     El olor a cadaverina alertó a los vecinos. Los policías tapaban sus narices con un pañuelo. Olor a nazi descompuesto.