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miércoles, 17 de enero de 2018

LAS GAFAS DE GANDHI

El museo de Sevagram ha expuesto una serie de artículos personales de Mohandas Karamchand Gandhi, como una pluma estilográfica o una escobilla de baño, con motivo del 82º aniversario de las instalaciones. También las lentes del mayor indignado de la historia, cabezota capaz de cargarse al imperio inglés a base de movilizaciones pacíficas, estaban junto a otros objetos en una vitrina del centro de meditación o ashram. Sin solución, algunos cacos avispados se las han llevado, hurtado, mangado, robado.
  Los ladrones han sido listos, posiblemente abandonaron el lugar con los quevedos puestos, como si nada, aunque ignoro porqué no han hecho lo mismo con la escobilla de baño. Creo que tendría un valor genético de alto precio en caso de contener  microorganismos en conserva, asunto harto probable en cualquier escobilla de baño, aunque, torpe de mí, yo pensaba que Gandhi cagaba sin más en un agujero de letrina, váter típico del Asia lejana. Lo dicho, las lentes de Gandhi andan por ahí, en el mercado negro de las gafas. Si se las ofrecen, tengan en cuenta su procedencia y natural historia, por favor. 

ESPÍAS EN EL ORDENADOR

Me intriga que el avisador antivirus de este aparato diga cada nada que ha eliminado un programa espía, para, al instante, volver a ser espiado. Deduzco que el asunto se queda en la máquina, aunque ignoro si algún fotón ultramoderno es capaz de detectar lo que hago fuera de ella, por ejemplo ahora mismo, bocata de paté en ristre y yema de dedo tecleando.
 Si los espías que me espían acaban en el disco duro, quizás saquen alguna conclusión. Música, fotos artísticas y mucho texto, barullo de letras, cuentos de cuentista barato, amagos, borradores inclasificables.
 Puede por igual ocurrir que a alguno de éstos fisgones le guste lo que lee. Igual se apropia de lo ajeno y lo edita o cuelga en sitios de superior enjundia alcanzando el estrellato. El espía estrella me deberá, entonces, toda su gloria, sobre todo porque seguirá espiando y hurtando escritos. Habrá notado el ladrón si lo hubiere,  que cambio, varío y jugueteo las frases, estableciendo un caos temático que viene a ser sólo uno: la muerte y sus perseguidores.
Por eso me intriga, repito, que en este instante el antivirus parlanchín vuelva a avisarme que soy espiado. Seguramente lee lo que escribo on line, trabajando en paralelo su particular mundo de éxito. De ser así, le envío cordiales saludos. Antonio, un amigo.



SUEÑO

Desde un trampolín salto al lado del río. Cien espaldas mojadas pasaban pertenencias y sueños mientras desde la otra orilla dos Hummer les dejaban hacer. Vigilados en todo momento, esperaban el instante oportuno para, caso de contradecir sus órdenes, abrir fuego. 
Al caer por la rampa estrello mi culo contra un mamut congelado. Un mamut en perfecto estado cargado de carne y grasa, de colmillos curvos amarillentos y pestañas ovaladas. Cuando el descubrimiento llegue a las autoridades solo quedará el esqueleto petrificado. Grandes bloques de músculos repartidos a once dólares el cuarto. Estrellado, veo a los inmigrantes cruzar Río Bravo imaginando como los fantasmas de Johnn Wayne y Dean Martin aparecen borrachos antes de arribar a Ciudad Juarez. 
Despierto. La gente come filetes de mamut congelado. Los guardias esperan con fusiles cargados de munición. En la desbandada se escuchan disparos secos y la sangre semicoagulada fluye sobre las aguas del Bravo. 


MUJER LOBA

Batiendo huevos para hacer una tortilla con atún se da cuenta que tiene una señal en el brazo derecho. Parece la curva de un bocado, aunque no duele. Una señal en el brazo de batir huevos para tortilla.
 Anoche detuvo su auto en el arcén porque se sintió fatigada. Bajó un momento del vehículo para inhalar el vaho frío de la tarde. Y, aunque no lo recuerde con exactitud, fue atacada por un hombre lobo, (en las carreteras comarcales proliferan los hombres lobo al uso). Sonríe, a pesar de la pseudoamnesia, le parece grato el encuentro. Quizá esta noche repita.
 Entonces, en vez de verter el batido con atún desmigado en la sartén, abre el frigorífico y toma un filete de carne magra. Lo muerde crudo, goteante, comentando: delicioso, hum.  Tanta gula desata un extraño e irrefrenable deseo de carne viva. Desvía su mirada hacia el tierno bebé que apaciblemente duerme en la cuna............ 


REFRANEANDO

Encontré una paja en medio de agujas. Supe que había muerte antes de la vida, que me encuentro con el zapato de mi horma y que no por mucho amanecer madrugo más temprano. Ya sabes que me llevo una isla a un libro desierto, que me arrimo a una sombra donde me cobija un buen árbol y que a mazo rogando con dios dando. Si mucho hierras mucho hablas, en moscas cerradas no entran bocas, haz quién y no mires bien. También sabes que la sangre con letra entra, que a otro hueso con ese perro, que en casa de palo cuchillo de herrero. El revés está en el mundo, aunque tiren más dos carretas que dos tetas, o me digas de lo que careces y te diga de lo presumes, o a diente regalado no le mires el caballo. Pero sobre todo: puede ser que a cada san martín le llegue su cerdo, y que a grandes remedios, grandes males. Que no se te olvide nunca: en río de pescadores, ganancia revuelta.
Viejos consejos populares, sin duda.

HORÓSCOPO

Se levantó del taburete de la cafetería después de haber desayunado con un halo de vitalismo inesperado. Había leído su horóscopo en el periódico y quedó sorprendido. "Los géminis, después de haber pasado un fuerte dolor de muelas, tendrán un día apacible. La suerte les sonreirá y podrán hacer un viaje. No deben relajarse"
El hecho de, efectivamente, haber pasado una noche de perros con la muela y estar ahora mejor gracias a los gelocatiles y la copita de coñac, le insufló un ánimo de creencia desconocido. ¿Quién sabe?, igual si que ocurre. Suerte y viaje flotaron en su mente hasta llegar al semáforo, incluso un poco más allá, absorto como estaba en cavilaciones.
 Un coche se lo llevó por delante con estrépito. Gravísmo, los sanitarios tuvieron que trasladarlo al hospital central, casi a cincuenta kilómetros. Viaje incierto. El problema, pensaba moribundo, ha sido la relajación.