Dice Benedetti que según Adán, Eva era muy evasiva, que hay
sastres que son un desastre, que lo más estimulante de la burocracia es el
final del horario, y que cuando piensa en el abismo se marea. De todos modos,
entre las cosas que dice, a mí me gusta que diga que la gente de Rocha no
derrocha o que al cachalote le gusta el chocolate.
Posiblemente el buen
muerto, mi conocido, admirado, bien leído y respetado don Mario, sonría con sus
trabalenguas diciendo que los pordioseros piden por dios y por eros, o que en
el silencio caben todos los ruidos. Me sonrío juntando sus letras para verlo,
ya que casi no veo, pero me maravillo.
Hablaba que en pleno horizonte las ballenas
exhiben sus desfiles de modelos.
Y recuerdo, (¡que transrecuerdo!) aquella mañana en Salamanca,
fumando juntos humo de reír, viejito agradable de aroma a colonia Nenuco, como se había alisado,
decía, el pelo blanco con agua y jabón.
Lo contaba muy serio: cuando un soneto se
queja es porque le falla la rima de un cuarteto.