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miércoles, 31 de enero de 2018

DICE BENEDETTI

Dice Benedetti que según Adán, Eva era muy evasiva, que hay sastres que son un desastre, que lo más estimulante de la burocracia es el final del horario, y que cuando piensa en el abismo se marea. De todos modos, entre las cosas que dice, a mí me gusta que diga que la gente de Rocha no derrocha o que al cachalote le gusta el chocolate. 
Posiblemente el buen muerto, mi conocido, admirado, bien leído y respetado don Mario, sonría con sus trabalenguas diciendo que los pordioseros piden por dios y por eros, o que en el silencio caben todos los ruidos. Me sonrío juntando sus letras para verlo, ya que casi no veo, pero me maravillo.
 Hablaba que en pleno horizonte las ballenas exhiben sus desfiles de modelos.
 Y recuerdo, (¡que transrecuerdo!) aquella mañana en Salamanca, fumando juntos humo de reír, viejito agradable de aroma a colonia Nenuco, como se había alisado, decía, el pelo blanco con agua y jabón.
 Lo contaba muy serio: cuando un soneto se queja es porque le falla la rima de un cuarteto.


CAOS, SOAC

Por el barranco seco navegan barcos de papeles húmedos, un capitán canta, las nubes se levantan y toda la manada sigue al líder ñu. Rebufos, estornudos, toses secas de cocodrilos con legañas. El orbe cortado como un salchichón a rodajas, póngame, oiga, un cuarto de kilo de panza africana. Panza con  diamantes, coltan, petróleo, salvajes jurando por alá. Alá es dios redentor de musulmanes y cristianos. La misma bazofia de pensamiento. Dios amputación, vengativo, dios guerra. Una hiena bajo un árbol en medio de la llanura, estepa, sabana. Risas desconsoladas de leonas viudas, por fin el gran macho marchó a rugir en otra colina. La colina de los intocables, con Elliot Ness y Al Capone jugando al tute matute del tráfico de drogas. Por el barranco seco navegan los sueños indecentes, las irrealidades, los otros que fui antes de ser quién ahora, en este instante de furia contra mí mismo, soy.


BAÑO

Dentro de un tubo de pasta dentífrica una dentadura postiza ríe a carcajadas. Esperaba a su portador, un hombre sin cepillo ni vaso de agua en la mesita de noche. 
Esa visión, los maxilares batiéndose y gritando jajajás profundos le hizo dar un paso atrás. Lo pilló pensando en el momento de aseo torpe matinal, en suicidarse a una hora en punto, sobre todo por llevar la contraria a los maniáticos del reloj. Cronometrar el tiempo, tic tac, y con la testa dentro del lavabo, dejarse ahogar entre  retorcijones  en los pulmones, la pleura, el esófago, los ojos blancos, sin vida. Aparecería, creía, flotando de cuello hacia arriba, arrodillado en pijama de verano, cálido verano de polillas, oh. 
En esas estaba cuando desde la dentadura postiza riente, un halo de vapor lo devolvió a la irrealidad constante del cuarto de baño.




YO, MIRADOR

A veces me dedico a mirar pies, tobillos, zapatos. Casi nunca paso de las rodillas. Lo hago desde una terraza cualquiera. Es cuestión de encuadres, puro ejercicio. Pies que andan o están quietos o se rascan o se esconden de sus compañeros. Pies pisando, zapatos, zapatillas, chanclas, sandalias: pies. 
Otras veces me dedico a encuadrar manos.
 Todo un repertorio: manos colgantes, parlantes, expresivas, violentas. Manos con dedos y dedos sin manos. Manos negras, blancas, amarillas, incluso verdes, manos. 
Sin embargo, para perjudicar la naturaleza crítica que me invade, suelo alterar el orden de manos y pies, los unos en lugar de los otros. 
El resultado mental es espectacular: gente que camina con las uñas, con las palmas, con el dedo índice. O personas que en vez de hacer un corte de mangas  dedica un corte de pies, así tal cual, juntando espinilla contra espinilla, rótula contra rótula. Convertir al público que pasea en otro público cambiado, extremidad por extremidad, crea un ambiente anómalo que agita mi deseo efervescente de no ser nadie.
 Para mañana, lo prometo, tengo preparada otra singularidad: dedicarme a mirar sólo ojos. Ya les contaré.





LIBREPENSADOR

 Hubiera sido fácil preguntar:
 así es, no soy nadie, soy y vengo de la nada, éter vacuo, ignorante e ignorado. No hace falta buscar mi filiación, esto soy: 
preso, cautivo, hermanado, hereje, ateo, escapado, junta letras taciturno, pensamiento agujereado.
 Ítem más:
 a veces colgado de la ladera de un monte, continuamente devorado por adjetivos y pronombres. Por eso digo a los que buscan: 
no soy nadie, fuego de campo concentrado, nube gris, enajenado, zombie, escultor, ausente, cobarde, iracundo. 
Es fácil preguntar:
 por allí a la izquierda queda mi tumba.