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domingo, 28 de enero de 2018

ALIENÍGENA

Nadie en varios kilómetros a la redonda sabría decir su nombre. El día que lo conocí parecía enfadado porque se había disgustado con un vecino. De hecho, lo había fulminado con su rallador cósmico. Sangtrum, dijo, mirándome con uno de sus ojos. 
Andando como el pato Donald marchó al jardín. Levantó su mano de rana y una luz tubular apareció de la nada. Estrup veir, pronunció guturalmente. Ascendió hacia el cielo en apenas segundos, vaya usted a saber hacia que extraña galaxia. 


ABRUPTO

Miro libros a mi alrededor. En la mesa de trabajo, sobre repisas, dentro del aparador cochambroso. Apilados junto a vasos, al lado de botellas de ron, contra la pared fusilados. 
Ellos me hicieron así, lo poco bueno que en mí habita, o la miserabilidad, soberbia, iracundia y desazón que en mucho destroza mis días. Los miro cada mañana antes de sentarme a escribir pidiendo explicaciones, preguntas y respuestas hueras, libros que miran de soslayo, tapas brillantes, picos de caratulas destartaladas, hojas abiertas amarillas de óxido. Ahí están, soberbios. Autores muertos, autores vivos, autores vivos-muertos, zombis de libre albedrío.
Agradezco su colaboración, lo confieso, agradezco las irradiaciones que emanan, sabiendo como se, que mis horas tocan a su fin y que jamás superaré las enseñanzas primigenias. 
Respiro aliviado entre dolores del alma. Éstos tan al lado, aquellos que leí durante décadas almacenados en un ápice del cerebro distorsionado, puerta de la percepción nefasta. Me invitan al suicidio,  a la autodestrucción, me invitan  sus frases lapidarias,  versos sueltos, rajados por el hábito de la estructura del pensamiento crítico. Me invitan.
 Acepto.
Es invierno raro, desde este punto acaricio fósiles extremos, habitantes retenidos en el tiempo estratificado. Seres vivos convertidos en piedras, en rocas estacionarias de su tiempo. Maldita sea, libros y rocas colgando del cielo de los idiotas. Me gusta imaginar escarabajos preparando ovotecas en cada poro de celulosa y caliza. Escarabajos atacados por cucarachas. Un día despertaré ahogándome en babas y cientos de escarabajos criados en papel y piedras comerán mi carne purulenta, sesos blandos refinados con néctar purpurina de letra impresa.
Sé que estoy muriéndome. Por dentro y por fuera. Ciorán dice que el peor estado, el más peligroso para un mortal, es la tristeza. En ella realiza íntegramente su condición de mortal, en ella se es mortal de forma absoluta.

Los miro con estupor, volúmenes que acaban tornando mi tristeza en angustia y esta angustia en humo de tabaco rubio y este humo huidizo en rayo débil de sol que entra a fotones por la rendija de lo que otrora fuera ilusión y hoy, mañana, solo débil apariencia de respiración…….


LINDES

Las ramas del olivo centenario invadían las lindes. No llegó a un acuerdo con su hermano, propietario anexo, así que el juez tuvo que dilucidar. Todas las hojas y frutos que invadieran su finca habían de podarse. El árbol se agigantó de esta guisa: hacia el oeste florido de aceitunas, pájaros y hojas, por el este seco como las tardes de estío en la campiña.
 Descubrió que las raíces se adentraban en la propiedad. Más denuncias. El juez, esta vez, aplicó otra lógica: "las raíces por naturaleza propia forman parte de un todo indivisible". No podían cortarse.
 Recapacitó e hizo ver que aceptaba la sentencia. Luego buscó al hermano:  "Las bases se adentran en mis propiedades, arráncalas". "Ni hablar, son intocables, mira los papeles del juez"
La ira era una sombra negra en el encéfalo. Encendió un cigarro y buscó la azada. Le machacó la cabeza. Anduvo hacia el olivo pensando: "antes ahorcado que reo". Hacia el este, dentro de su finca, ningún soporte ni sombra. "Vaya", dijo.

Acabó con la soga en el cuello, basculando en el aire por el oeste, allende su heredad.

RATERIL

Saltaron del velero dos ratas bien criadas, de barrio elegante, colegio de sotanas y jardines de pitiminí. Dos ratas con buena ropa de marca, la marca de los triunfadores, hermano roedor, dijo una a la otra. Duchadas y mojadas en agua salada, no habían perdido prestancia. 
En la discoteca del puerto, mientras miraban alucinadas los trasiegos del techo luminotécnico, dejaron caer un par de pulgas parásitas. (Pronto comenzará lo bueno. Una infección bubónica terrible que visitará a todos los habitantes de la zona).
 Mientras tanto, alegres, bailaban sobre una pista solitaria la música interminable, que en un bucle, de madrugada, había dejado pinchada el DJ antes de ir al aseo. Allí, lleno de pústulas, agonizaba contra el lavabo.


VERSOS

Perdonadme: he dormido, y dormir no es vivir. Paz a los hombres. Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan. ¿Vivir de ellas?. Las palabras no mueren. Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora, o cuando el día cumplido estira el rayo final, y da en tu rostro acaso. Con un pincel de luz cierra tus ojos, duerme. La noche es larga, ya ha pasado". Vicente Aleixandre.
Queda usted detenido en los versos de la página ochenta y dos, detenido, esposado, cacheado. La octavilla se torna ocre, con puntitos microscópicos, islas en medio de un mar de óxido de los tiempos. Y leo la declaración del delito: sólo son unos versos, agente, sólo pensamientos encadenados, dolidos, sí, pensamientos, sólo versos. Todos sabemos que ocurre con los libros viejos, cómo se rompen por la goma barata y seca, como se desgajan. Las frases caen, los poemas por escribir, los venideros, señor agente. De esa manera, tan ancianas declamaciones pasean encima de la hoja deshojada como si fuese una alfombra voladora que se alejara de la ley. La ley implacable que te sienta en el banquillo de los acusados para enviarte a la horca, pura poesía...

REBAJAS

Estas rebajas solariegas  pueden adquirir piensos contaminados con dioxinas y dárselos de comer a pollos y cerdos. En la granja de Pepito ia ia ó, usted puede descuartizar a su vecino con un cuchillo ad hoc y echarlo a los comederos, igual que en Alemania echan toneladas de grasa no permitidas a los animales del corral de la muerte.
Corrales en las puertas de los bares dándole al cigarrillo, al hábito nicotinoide, peor hubiera sido prohibir el consumo de alcohol en locales cerrados. Usted puede fumetear en la calle pero no consumir priva. O puede pedir priva en sitios cerrados pero no consumir tabaco. Un cigarrillo, cigarro, plajo, truja, cilindro, pitillo, un fumando espero a la chica que más quiero. Ya saben: es cosa de hombres, como el soberano. Y de mujeres, y de ancianos y de niños y de la mona chita, enganchada que estaba al humo.
Granjas de animales absolutamente deshumanizadas. ¿Cómo humanizar el mundo de los seres inferiores?. Fíjense en los que andan en la opulencia: martillos de herejes, con sus copas doradas y sus tarjetas de plástico, con sus rayitas de nieve, sus putitas de salón búlgaro. Huelen a colonia cara. Huelen a crucifijo, incluso cuando cagan. Humo, animales, crisis, paro, pájaros muertos, apocalípticos señores  esperando una reacción en cadena. Estas rebajas  de a dos euros la prenda y uno el calzoncillo, la pipa con tabaco liado, la carretera repleta de pedigüeños, tunantes, trileros, pobres del mundo....