Miro libros a mi alrededor. En la mesa de trabajo,
sobre repisas, dentro del aparador cochambroso. Apilados junto a vasos, al lado
de botellas de ron, contra la pared fusilados.
Ellos me hicieron así, lo poco
bueno que en mí habita, o la miserabilidad, soberbia, iracundia y desazón que
en mucho destroza mis días. Los miro cada mañana antes de sentarme a escribir pidiendo explicaciones, preguntas y respuestas hueras, libros que miran de
soslayo, tapas brillantes, picos de caratulas destartaladas, hojas abiertas
amarillas de óxido. Ahí están, soberbios. Autores muertos, autores vivos,
autores vivos-muertos, zombis de libre albedrío.
Agradezco su colaboración, lo confieso, agradezco las
irradiaciones que emanan, sabiendo como se, que mis horas tocan a
su fin y que jamás superaré las enseñanzas primigenias.
Respiro aliviado entre dolores del alma. Éstos tan al
lado, aquellos que leí durante décadas almacenados en un ápice del cerebro
distorsionado, puerta de la percepción nefasta. Me invitan al suicidio, a la autodestrucción, me invitan sus frases
lapidarias, versos sueltos, rajados por
el hábito de la estructura del pensamiento crítico. Me invitan.
Acepto.
Es invierno raro, desde este punto acaricio fósiles
extremos, habitantes retenidos en el tiempo estratificado. Seres vivos
convertidos en piedras, en rocas estacionarias de su tiempo. Maldita sea,
libros y rocas colgando del cielo de los idiotas. Me gusta imaginar escarabajos
preparando ovotecas en cada poro de celulosa y caliza. Escarabajos atacados por
cucarachas. Un día despertaré ahogándome en babas y cientos de escarabajos
criados en papel y piedras comerán mi carne purulenta, sesos blandos
refinados con néctar purpurina de letra impresa.
Sé que estoy muriéndome. Por dentro y por fuera. Ciorán dice que el peor estado, el más peligroso para un mortal, es la
tristeza. En ella realiza íntegramente su condición de mortal, en ella se es
mortal de forma absoluta.
Los miro con estupor, volúmenes que acaban tornando mi
tristeza en angustia y esta angustia en humo de tabaco rubio y este humo
huidizo en rayo débil de sol que entra a fotones por la rendija de lo que
otrora fuera ilusión y hoy, mañana, solo débil apariencia de respiración…….