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viernes, 5 de enero de 2018

INCAPACIDAD


Por culpa de un accidente me he convertido en manco funcional. Escribo con un dedo, dos a lo sumo. Tecleo  tic tac de reloj, tic tac de pauta básica. He aprendido a vestirme con una mano, a abrocharme el pantalón y los botones de la camisa con los dedos. A ducharme y asearme con la misma extremidad. A fregar los platos mañosamente.
Con un poco de práctica está empezando a gustarme esta incapacidad. Así que, por igualar, he decidido lesionarme el pié contrario a la mano accidentada. Cojeando, renqueando más bien y con el brazo en cabestrillo, compenso la ley gravitatoria del cuerpo con el vaivén de mis movimientos. La gente vuelve la cabeza mirando tan elegantes pasos oscilatorios cuando paseo por las avenidas. Creo que estoy marcando tendencia, aunque, como me gusta esta nueva sensación considero que tal vez debería de inutilizar alguna otra parte de mi cuerpo, por ejemplo, un ojo. De esta manera la relación anatómica rozaría la perfección estética. 
Ya les contare.

RIESGO A LOS GRUPOS DE RIESGO

Pertenezco al grupo de riesgo de los que podrían pertenecer a un grupo de riesgo. Toda mi  vida he pertenecido a grupos de riegos. Grupo de riesgos  de poetas y  fumadores. Del riesgo a las enfermedades sexuales, que uno era muy dado a la policópula. Después al arriesgado grupo de bolcheviques y anarquistas, gente de Bakunin y  Tito. Los riesgos acabaron, a fuerza de tantísimo riesgo, perteneciendo al grupo que uno pertenece. Y rocé más riesgos. Escalada libre hacia el infierno del pensamiento, militancia alterna de corriente discontinua. Y dale que te pego, jamás logre salir del riesgo: riesgo de pareja desparejada, de hijos advenedizos, de cárceles con rejas,  amantes de hielo,  fuego policial, de golpe de estado a tu vida que no conduce a ningún sitio. Riesgo de colapsar el corazón, de quirófanos y algodones, de libros sin capítulos, de hambres y filias y fobias. Riesgo de cuchillos largos y pistolas cortas, de asambleas desconocidas, barcos hundidos, pecios en el fondo abisal de los sentimientos.

Ya digo que pertenezco a todos los grupos de riesgo: exclusión social, biológico, gripe A, gripe B, porcina, equina, aviar y bovina. Grupos dentro de grupos que forman grupos con el riesgo de pertenecer a grupos de riesgo.



SUSPIROS MARCIALES

El esqueleto se asoma a la balaustrada mirando el patio de armas, ahora tan vacío. Vuelan hojas secas, papeles y plásticos contra las esquinas. Es basura de abandono. Le hubiera gustado volver a ver a todos los esqueletos formados, mil arquitecturas óseas en perfecto estado de revista. Pero no puede ser, acabaron en el osario, cosas del tiempo, de los tiempos encarnizados que corren. Abajo junto a los arcos un perro orina. Parece que no acaba nunca, que fuese un personaje estático del escenario decrépito. Al esqueleto apoyado en el balcón le vienen sonidos de antaño, música marcial, tibias y peronés firmes, radios y cubitos saludando con vehemencia. ¿Y la bandera?... Ahí  batiéndose en dos o tres partes como un trapo cualquiera, ajada, deslucida. Está a media altura, nadie la mira, ni la honra, ni la iza. El esqueleto intenta encender un cigarro que no tiene. Mierda, ni tabaco ni pulmones. Así, renqueante, decide volver su cripta.

BUENO PARA COMER

Hay un libro de imprescindible lectura: "BUENO PARA COMER" de Marvin Harris. Aunque sea antropología pura y dura, es una lectura cabal, tranquila, didáctica. Quienes hayan leído este clásico lo saben de sobra. El estudio gira en torno a la alimentación, o, mejor, si cabe, en torno a la cultura alimentaria de cada segmento poblacional. Un repaso al como y porqué consumimos carne, a la prohibición de la misma en algunas culturas, cerdo en la israelí y musulmana, una entrada a la hipofagia, a las vacas sagradas hindúes, o al consumo alimentario de lo que en esta parte del mundo consideramos animales domésticos.   Y en la base de todo, la antropofagia como eslabón no tan perdido en la cadena de la humanidad. Ya digo que es un clásico, un manual de referencia sobre el comportamiento de las sociedades, (si somos lo que comemos, necesariamente a veces no somos lo que comemos). Ascos y placeres, ritos y tabúes. Alimento paria y suculencias que no lo son tanto en las antípodas. El caso es que la mezcolanza de tracto digestivo, orografía original aborigen y economía, conducen a formas de desarrollo gastronómicas puramente definidas y pautadas. Comerse una langosta extraída de un caladero submarino no representa para usted, lector, mayor problema. Otra cosa sería comer carne de perro, o una chinche acuática.  Ciertamente las culturas están formadas por el hábitat y sus ancestrales coordenadas de pensamiento. Un ejemplo es la dieta insectívora, tan denostada en occidente:
Cien gramos de termitas africanas contienen 610 calorías, 38 gramos de proteína y 46 gramos de materia grasa. En comparación 100 grm de hamburguesa cocinada con un contenido de materia grasa medio ofrecen solamente 245 calorías, 21 grm de proteína y 17 grm de materia grasa. Las larvas de polilla dan 375 calorías, y las langostas oscilan entre un 42 y un 76 % de proteínas. Las crisálidas de la mosca común contienen un 63% proteínico, y las de abejas secas casi un 90%.
 Este muestrario implica que una alimentación así es efectiva y sostenible. La chinches acuáticas gigantes, las cucarachas,  escarabajos o grillos hervidos y puestos en vinagre conforman una dieta precisa y cuasi preciosa. El que haya comido arañas, saltamontes, termitas o cigarras sabe perfectamente que el sabor no es desagradable, algunos bastante sabrosos, en particular la chinche gigante. En su mayoría son insípidos, con un leve sabor vegetal. Un escarabajo pelotero o una araña tostados tienen un exterior deliciosamente crujiente y un interior tierno, con la consistencia de un souflée, nada desagradable. El sabor es difícil de definir pero la lechuga es lo mejor que describe el gusto de las termitas, las cigarras y los grillos. Lechuga y patata cruda el de la araña gigante Nephila y queso gorgonzola concentrado el de la chinche. Comer estos insectos no es perjudicial, créanme, se lo dice uno que ha probado toda clase de manjares..
Hablando de manjares, escribiendo sobre viandas se me ha levantado el apetito. Así que picaremos un poco de escorpiones secos. Contienen poquísimas calorías y saben a arroz tostado. Otra día sigo comentándoles estas lecturas.