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miércoles, 20 de diciembre de 2017

MI AMIGO FABULADOR

Hablo con un amigo que escribe compulsivamente noche y día. Además lo hace a bolígrafo, Bic si es posible, punta fina. Fuma como yo  y como si el mundo  fuese un cenicero italiano. El caso es que siempre relata. Poder de fabulación. 
Me cuenta que Buffon solo podía escribir vestido de etiqueta, con puños y chorreras de encaje. Y que siempre llevaba su espada al cinto. Mi amigo viste también muy elegante. En vez de espada, lleva pistola. "Me la regalaron en Tijuana, y llegó a la península ibérica tres meses después en barco pesquero, no me preguntes como, aunque si me lo preguntas, puedo decirte que hizo escala en tres puertos y fue disparada contra cinco hombres. Por eso lleva cinco muescas en sus cachas de nácar, justo al lado de la esfinge de indio que adorna en relieve la culata". Ya ven que es un tipo singular. Escribe con bolígrafos y cuando entra en estado febril debido a la necesidad imperiosa de narrar  fábula, aprieta con ganas hasta casi romper el papel. "Sueño con parecerme al polaco Jerzy Andrzejewski. Yo también tengo una novela escrita en una sola frase y sus primeras cincuenta mil palabras, diez mil más que las  Cruzadas de los niños, no están interrumpidas por signo de puntuación alguno.". Me dejan atónito sus historias aunque suelo contraatacar: "Pues que sepas, en 1786, el alemán Voguel inventó un sistema para encerrar en cajas portátiles ambas manos con el fin expreso de impedir la masturbación. A ese sistema le llamó infibulación". Mira perplejo tocándose la pajarita verde del cuello. "¿Infibulación?", "Ejem. ¿Pajas?, Extraordinario, tengo una idea, voy a escribirla. ". Y me deja con el bourbon con hielo tintineando en la mesa de la terraza solitaria. Veo como se aleja, con una nube de tabaco rubio sobre su cabeza. 


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