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sábado, 27 de enero de 2018

APLASTADOS

Entonces, en la cinta transportadora para el tratado de residuos aparece el cadáver aplastado por el camión de recogida de basuras. Es un indigente, un paria, un menesteroso que cayó, o que voluntariamente dormía dentro del contenedor.
Uno, a veces, para huir de las ratas se convierte en rata. Y acaba como Diógenes de Sínope, entre inmundicias revuelto. ¿Qué buscaba el tipo en el fondo del contenedor?. ¿Acaso hombres honestos?, ¿tal vez pensaba, emulando la definición de Sócrates del hombre como “bípedo implume”, en pollos desplumados?..... ¿Diógenes triturado por el automatismo de un camión robótico?......
 Dicen que uno es como su entorno físico inmediato. El mío, lo confieso, es un maremágnum desordenado de todo y retodos: libros, más libros, papeles, más papeles. Perfectamente podría acabar en el fondo de un cubo gigante de desperdicios y ser confundido con ellos, reventado por las palas giratorias del enorme camión que conduce al vertedero. “Cuando me muera echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado.” 
El día guarda en su saco al sol. He estado, imprudentemente, leyendo un rato a Machado y sus historias sobre Alvargonzález. Absolutamente en el limbo de Morfeo ni siquiera aprecias mis caricias: "en las pequeñas ciudades las gentes se apasionan del juego y de la política como en las grandes del arte y de la pornografía, ocios de mercaderes, pero en los campos sólo interesan las labores que reclaman la tierra y los crímenes de los hombres"...... El día guarda su saco, sí. 
En esta placidez tórrida, paso hojas de versos. Me pregunto a estas horas, conozco el desorden que profeso (justo caos perfectamente clasificado), que misterios hacen que coincidan Machado, Alvárgonzález, un sin techo sanguinolento reventado, y la tarde diseccionada con bisturí de tinta.......



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