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sábado, 27 de enero de 2018

CONDICIONAL

No sé cuantas veces he salvado la vida. Nunca menos de cinco, diferentes circunstancias puntuales. Un retraso, una bomba a doscientos metros y no a cien, una bala caliente zumbando por la oreja como las moscas del verano, un cuchillo serrado volando en el aire. Eso y las noches oscuras del alma, las calles como grutas, con murciélagos colgados en los balcones.
 Otras veces he evitado acontecimientos refugiándome detrás de mí mismo, convirtiéndome en otra persona, escribiendo durante horas, leyendo, buscando párrafos que calmaran el ansia de vivir o de morir mismo. Ignoro las que he odiado, las cientos de ellas que amé conjunta e inseparablemente, como  piezas ajustadas de un mecano oxidado.
 Ahora, en la recta final, con el tiempo mordiéndome la nuca, devorado por todo lo que fui y no llegué a ser, fracaso crepitante, es en el refugio de la república de las letras donde me dejo reposar.



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