El cigarrillo quema el dedo apurándose contra la piel. Gramática conversa de días cargados
en nicotina. Provoca, (se veía venir) un cráter en la carne y avanza hasta el
hueso abrasando todo lo que encuentra a su paso.
El cigarrillo
parece un gusano de fuego infernal que apesta a diablos. Es profunda la herida,
rotunda y negra. Y desciende hasta el mismísimo tuétano.
Inhalo carbón,
alquitrán, edulcorantes. Inhalo cáncer de tropelías a sabiendas. No habrá
muerte con conocimiento de causa más feroz que la mía. ¿Feroz?, ¿digo
feroz?. La boca se empalaga de metales,
lava irascible, aliño de sabores artificiosos.
Poco a poco
pierdo el dedo, tanta llama roja supura humos contaminantes.
Después, sin
más, cierro el libro y tomo notas. Spinoza, ¿fumaba Spinoza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario