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martes, 19 de diciembre de 2017

DE CUANDO FRANCO COGÍA LA ESCOPETA

Descubro  una foto magnífica de Eduardo Matos. En ella Francisco Franco posa en medio de la campiña de la Encomienda de Mudela, en Ciudad Real. Alzado con su gorra y chubasquero le rodean perfectamente alineadas 4.601 perdices abatidas. 4.601 perdices que hicieron las delicias del dictadorzuelo y sus acompañantes, Eduardo Aznar, Fernando Finat, Cristóbal Martínez Bordiú, Alejandro Torrejón, José Ramón Mora Figueroa, el conde de Teba, Aurelio Segovia y Mora, y Fernando Terry. Oligarcas lameculos del régimen  compartiendo días de vino, sangre y gloria con el caudillo. La hazaña ilustrada tuvo lugar el día 18 de Octubre de 1959. Ya digo que la foto es algo más que una simple instantánea, Franco en posición firme rodeado de aves muertas. Miles de aves muertas, gozada terrible para la cohorte.
 Es significativa la escena, el encinar inclinado a su espalda y algún peón metido de refilón en el plano, tal vez por orden del mismo general, después de haber ordenado perfectamente los cadáveres en el tableau. Todo el orden de un régimen detrás del tono gris del fotograma. La sangre coagulada de las perdices, el día nublado, las calderas hirviendo agua y el pim pam pum de los cazadores. Caza abominable, ministros, presidentes, reyes, jefes de gobiernos, funcionarios, empresarios, obispos, peluqueros, policías, militares. Todos alrededor de la escopeta, del animal silvestre o criado, del coto o la veda, de la muerte en forma de perdigón y posta. Franco y sus escopetas. Un séquito repugnante pendiente  que todo fuera bien. Terminar cacerías para firmar penas de muerte,(«garrote y prensa», apostillaba los enterados a las sentencias que constantemente le presentaban), pasar del aire de las zarzas al paredón y las fosas comunes. De la perdiz asustada a la represión macabra. Franco y los suyos, siempre de caza. Aún de caza.



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