Buscar este blog

miércoles, 13 de diciembre de 2017

ENAMORAMIENTOS

Ahí estoy, en el super, mirando el Fairy ultra, los paquetes de papel higiénico, celulosas en forma de servilletas de cocina, el abrillantador oloroso. Aparece ella, que casualidad. La he visto otras veces, siempre en algún pasillo de hipermercado. Levanta la falda con cuidado y se mete por ahí debajo colonias, geles, no sé cuantas historias más. Me mira y ríe. Me gusta su risa. Antes, al levantarse la falda de cuadros, enseñó unos segundos unas piernas espléndidas envueltas en pantis. Es guapa, limpia, no parece una pedigüeña, al contrario, es una persona habitual, normal y corriente...
Ya me conoce, al menos sabe quién soy. Hace un par de meses un vigilante de seguridad de otra tienda la trincó con algún champú. Las voces subieron de tono. Un grupito de clientes acabó acorralandola. Intervine y discutí con el grupo, con el tonto guardia de seguridad, con la cajera, con el encargado. Al final la dejaron marchar. Es una profesional de perfumes y productos de aseo, contaban. Vive de pequeños hurtos, casi todos por encargo.
Esa confesión hizo que sintiera revalorizada su figura. Por eso me he alegrado mucho al verla. Y ella, creo, también al verme. Hace un gesto simpático de silencio con el dedo en los labios. Acabo de convertirme en su cómplice (me vienen a la cabeza cinematográfica imágenes de Bonnie y Clyde). Ignoro si hay cámaras de seguridad y, caso de haberlas, si funcionan, pero no parece importarle mucho esa cuestión.
Entonces se acerca. Estoy con el Fairy ultra en las manos. Me lo quita y, levantándose la falda con habilidad, se lo guarda en vaya usted a saber que recodos del panti. Fuera te lo doy, dice.... es un regalo.
Y, no se porqué, cuando marcha y sale sin problemas del establecimiento hacia el parking, pienso que una historia de amor ha comenzado. Grande.



No hay comentarios:

Publicar un comentario