Dentro de un tubo de pasta dentífrica una dentadura postiza
ríe a carcajadas. Esperaba a su portador, un hombre sin cepillo ni vaso de agua
en la mesita de noche.
Esa visión, los maxilares batiéndose y gritando jajajás
profundos le hizo dar un paso atrás. Lo pilló pensando en el momento de aseo
torpe matinal, en suicidarse a una hora en punto, sobre todo por llevar la
contraria a los maniáticos del reloj. Cronometrar el tiempo, tic tac, y con la
testa dentro del lavabo, dejarse ahogar entre retorcijones en los pulmones, la pleura, el esófago, los ojos blancos, sin vida. Aparecería, creía, flotando de cuello hacia arriba, arrodillado en pijama de verano, cálido
verano de polillas, oh.
En esas estaba cuando desde la dentadura postiza riente, un
halo de vapor lo devolvió a la irrealidad constante del cuarto de baño.
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