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domingo, 14 de enero de 2018

EL BRAZO AMPUTADO DE VALLE INCLÁN

Ramón María del Valle Inclán llegó andando desde su casa aquella tarde de verano del año 1899. Entró en la planta baja del hotel París, al comienzo de la calle Alcalá, saliendo de la puerta del Sol. Allí estaba el Café de la Montaña y allí solían frecuentar selectos tertulianos, amantes de las artes y las letras. Julio rebosaba olores y colores en el atardecer madrileño de aquél fin de siglo.
Habituales eran el pintor Francisco Sancha, el editor Ruiz Castillo, Gregorio Martínez Sierra, don Pío Baroja, y un chico de unos 25 años periodista y escritor llamado Manuel Bueno Bengoechea, que años más tarde, en agosto de 1936, sería fusilado por milicianos republicanos. Bueno apoyaría sin remilgos la dictadura de Primo de Rivera. Esa actitud en aquél desbarajuste le costó la muerte en un paredón de Montjuich.
El caso es que aquella tarde noche en el Café de la Montaña, Ramón Valle-Inclán,  polémico sin remedio, pidió café con leche y una botella de agua y se sentó en la mesa de tertulia compuesta por el editor Ruiz Castillo, Jacinto Benavente, el cronista Manuel Bueno y el pintor Paco Sancha. Se discutía sobre un tema de rabiosa actualidad, el duelo entre un joven aristócrata andaluz, López del Castillo, y el caricaturista portugués Leal da Cámara, que noches atrás habían tenido sus diferencias en el Paseo de la Castellana sobre el valor personal de lusos e hispanos.
El tema hace que Valle-Inclán se excite durante la conversación y su voz destaque, como casi siempre, por encima de las de los demás. Pero Manuel Bueno alza la suya: "-¡Señores, todo lo que ustedes están diciendo carece de validez! ¡Leal da Cámara es menor de edad y no podrá batirse!". Valle-Inclán, dolido, reprende: "-No sea usted majadero, que usted no sabe una palabra de eso.-" Manuel Bueno se levanta, da un paso atrás, toma su bastón con barra de hierro, y amenaza con él a Valle, que empuña una botella mientras le llama ¡Majadero!.
Don Ramón agarró la botella por el cuello e hizo ademán de darle con ella a Manuel Bueno, que se vio obligado a defenderse, pero con tan mala fortuna que descargó el único bastonazo en la muñeca del escritor.
Al día siguiente la herida presentaba claros signos de haberse gangrenado como consecuencia de una mala cura en una casa de socorro, por lo que los médicos determinan amputar el brazo.
Juan Antonio Hormigón, Secretario General de la Asociación de Directores de Escena, biógrafo de Valle-Inclán, señalaba recientemente en una entrevista: “Está luego lo del episodio de la pérdida de su brazo al incrustársele el gemelo de su camisa en una disputa con Manuel Bueno, que ha generado tanta literatura. Yo soy licenciado en medicina y he entendido muy bien el diagnóstico del doctor Manuel Barragán. Ha sido una fractura conminuta en los huesos del antebrazo, un estallido óseo, y, de aquélla, como no había tratamiento, hubo que amputar. La pregunta que yo me hago es: ¿Manuel Bueno llevaba un bastón normal o llevaba un bastón estoque? Porque el bastón estoque, al llevar el ánima de acero, pesa mucho más. Además de ser un arma que estaba prohibida. Y esto puede explicar mejor lo ocurrido, que al parar el golpe con el brazo izquierdo se llegase a astillar el cúbito y el radio. Pero bueno, esto es algo que yo digo aquí, en la intimidad, porque es algo que ni tan siquiera me he formulado.”Por de pronto corrió la noticia inverosímil de que, ya en la mesa de operaciones, se había negado a que le suministrasen cloroformo con el fin de conservar la conciencia en todo momento. “No proferí un grito, ni el más leve quejido... Recuerdo que, para ver yo bien la amputación, hubo necesidad de pelarme el lado izquierdo de la barba”. Una vez repuesto de la operación es verídico que acudió al café y que mantuvo un conciliador encuentro con Manuel Bueno Bengoechea, a quien le dijo Valle: “Mira, Bueno, lo pasado, pasado está. Aún me queda la mano derecha para estrechar la tuya. Y no te preocupes, que aún me queda el otro brazo, que es el de escribir". Pero el temperamento indomable de Valle-Inclán lo volvería a llevar al enfrentamiento verbal y físico, poco tiempo después de lo del Café de la Montaña. Es un hecho poco conocido que revela el propio Baroja, quien  aquella noche acompañó al escritor a un servicio de urgencias, que se limitó a una botica de la calle de Caballero de Gracia. “Recuerdo una vez que alguien propuso una expedición a Andalucía. De estas expediciones se proyectaban muchas y no se realizaba casi ninguna. Valle Inclán dijo que había que hacer el viaje en invierno, y José Ignacio Alberti, granadino, observó que en muchos sitios de Andalucía era muy frío el invierno. Valle Inclán le contestó desdeñosamente, y Alberti le dijo que no fuera ridículo. Valle le insultó; Alberti le contestó. Valle le tiró una botella a la cabeza. Alberti le tiró una copa. Se armó un escándalo furioso y Valle-Inclán apareció con la mano llena de sangre. Se había hecho una herida"."A ver si queda manco del otro brazo", dijo uno de la tertulia.
Valle Inclán, genio y figura. Y prototipo de una clase intelectual determinada y arrolladora. Valle genial. 

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