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domingo, 14 de enero de 2018

TABERNA CAÑÍ

En una taberna  se brinda con manzanilla y taquitos de jamón, guarro del bueno. Una cabeza de morlaco disecada en una pared, la banderola nacional y un par de banderillas ensangrentadas colgando estáticas. La decoración es "kistch", muñequitas con faralaes, toro andarín y pepona vestida de legionaria con turuta. Es una taberna de olé, fotos de Butragueño enseñando un cojón, botellas de vino con el careto de  Tejero. Más manzanilla y palmeos con gorgoritos. El camata tiene media barba y suda al cortar queso.   Una lámpara china en la esquina da aspecto de puticlub al local, máxime cuando entran dos señoras de mi edad, pintarrajeadas y embutidas en sendas faldas con raja enseña varices. Piden cañas de cerveza. Una ataca con el mondadientes a un taco remiso de jamón. Conocen a los tertulianos. En un radiocasette suena el Príncipe gitano. Veo el mostrador señalado con tiza, un espejo con una pegatina del Partido Popular, otra de Falange de las Jons  disimulando una pequeña fractura. Huele a tabaco y esputo patriótico. Pago la consumición, salgo a la calle. Es una venta de la comarca. Se llama Kiss, sustantivo nada español, quizás el nombre convertible de una barra americana. Está en la carretera A 30, esquina túnel del tiempo. 

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