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jueves, 11 de enero de 2018

FLEMÓN

Los dioses de la enfermedad, incluso los de la medicina, han querido que amanezca con un terrible flemón en la parte izquierda de mi cara. Cosas del destino, la medicación y la mala calidad de vida sana que uno ha llevado. En tiempos indómitos todos los excesos del mundo se mostraban a mis pies. No tenía más que cogerlos, así que los cogía día sí, día también. Ahora, al tiempo, uno se pudre poco a poco. La senescencia comienza a manifestarse en la piel, los órganos dañados, el corazón como cafetera obturada, la boca por los suelos y el sueño, que no los sueños, escaso y sin calidad. El flemón de mi boca lanza otra vez avisos: he de enjuagarme las ideas, los topes violentos, las desidias. He de enjuagarme el desencanto, la rebelión contradictoria, la profusa facultad de enterarme de lo que va esta película, una mierda grande dónde siempre se repiten los esquemas. Lo dicho, día dental abrupto. Joder. 


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