Buscar este blog

miércoles, 24 de enero de 2018

LA ENVENENADORA

Dolores Gálvez enviudó por tercera vez en Agosto del año cincuenta y ocho. La familia del interfecto puso en duda la naturalidad de aquella muerte, ya que, aunque repentina, había sido precedida de insufribles dolores en la persona de Antonio Gimenez, abogado del estado, marido licencioso de Lola, el cual, de seguir su meteórica carrera, hubiera llegado a ser procurador en cortes. Tres veces son muchas, incluso para las casualidades.
 A finales del siguiente mes Dolores fue detenida acusada de haber envenenado a Antonio. Las crónicas de la época cuentan que tras una minuciosa labor de la guardia civil (en los interrogatorios la molieron a palos), la reo confesó haber dado muerte por envenenamiento (arsénico en el café) a sus tres esposos.  Condenada al cadalso en febrero del año sesenta, se confirmó la ejecución en el penal del Dueso una mañana indeterminada del mes de Mayo.
 Dicen que en su paseo hasta el garrote mantuvo actitud soberbia y elegante. También dicen que tuvo tiempo para cartear con otro pretendiente o seguidor, pues sus delitos aparecieron en El Caso, creando legión de admiradores.
 Lola la envenenadora sintió como su cuello se rompía mirando con sonrisa rara a un cura de sotana que el estado "ponía" en auxilio espiritual. Dos minutos antes le había comentado socarrona: a usted le hubieran gustado mis cafés.


No hay comentarios:

Publicar un comentario