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viernes, 18 de mayo de 2018

RECUERDO

Sabiendo del sinestésico Shereshevski, famoso memorizador, me asalta el extraordinario caso del joven Funes, protagonista de un cuento de Borges. Shereshevski llegó a vivir atormentado por su memoria. Le molestaba e irritaba la sobreabundancia de detalles triviales que guardaba su cerebro. Si leía una historia, aún no enterándose de lo leído, recordaba hasta el agobio todo lo que alrededor se movía, las nubes, el techo de la habitación, el número de palpitaciones de su acompañante, la calle estrecha que veía desde el ventanal, el olor, el sabor de ese olor... Funes el "memorioso" acaba sin estímulos hundido en una silla de su casa. Recuerda cada arruga de los rostros, la forma de las cosas, los sonidos, todas y cada una de las gotas de lluvia,... plim, pluf, tras.   Sabiendo de Shereshevski, atormentada mi vida en esbozos sucesivos de lo que fue u ocurrió, muero sin remisión frente al rayo de sol que penetra, castigado por la imborrabilidad de la persistente memoria.

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