Buscar este blog

viernes, 5 de enero de 2018

BUENO PARA COMER

Hay un libro de imprescindible lectura: "BUENO PARA COMER" de Marvin Harris. Aunque sea antropología pura y dura, es una lectura cabal, tranquila, didáctica. Quienes hayan leído este clásico lo saben de sobra. El estudio gira en torno a la alimentación, o, mejor, si cabe, en torno a la cultura alimentaria de cada segmento poblacional. Un repaso al como y porqué consumimos carne, a la prohibición de la misma en algunas culturas, cerdo en la israelí y musulmana, una entrada a la hipofagia, a las vacas sagradas hindúes, o al consumo alimentario de lo que en esta parte del mundo consideramos animales domésticos.   Y en la base de todo, la antropofagia como eslabón no tan perdido en la cadena de la humanidad. Ya digo que es un clásico, un manual de referencia sobre el comportamiento de las sociedades, (si somos lo que comemos, necesariamente a veces no somos lo que comemos). Ascos y placeres, ritos y tabúes. Alimento paria y suculencias que no lo son tanto en las antípodas. El caso es que la mezcolanza de tracto digestivo, orografía original aborigen y economía, conducen a formas de desarrollo gastronómicas puramente definidas y pautadas. Comerse una langosta extraída de un caladero submarino no representa para usted, lector, mayor problema. Otra cosa sería comer carne de perro, o una chinche acuática.  Ciertamente las culturas están formadas por el hábitat y sus ancestrales coordenadas de pensamiento. Un ejemplo es la dieta insectívora, tan denostada en occidente:
Cien gramos de termitas africanas contienen 610 calorías, 38 gramos de proteína y 46 gramos de materia grasa. En comparación 100 grm de hamburguesa cocinada con un contenido de materia grasa medio ofrecen solamente 245 calorías, 21 grm de proteína y 17 grm de materia grasa. Las larvas de polilla dan 375 calorías, y las langostas oscilan entre un 42 y un 76 % de proteínas. Las crisálidas de la mosca común contienen un 63% proteínico, y las de abejas secas casi un 90%.
 Este muestrario implica que una alimentación así es efectiva y sostenible. La chinches acuáticas gigantes, las cucarachas,  escarabajos o grillos hervidos y puestos en vinagre conforman una dieta precisa y cuasi preciosa. El que haya comido arañas, saltamontes, termitas o cigarras sabe perfectamente que el sabor no es desagradable, algunos bastante sabrosos, en particular la chinche gigante. En su mayoría son insípidos, con un leve sabor vegetal. Un escarabajo pelotero o una araña tostados tienen un exterior deliciosamente crujiente y un interior tierno, con la consistencia de un souflée, nada desagradable. El sabor es difícil de definir pero la lechuga es lo mejor que describe el gusto de las termitas, las cigarras y los grillos. Lechuga y patata cruda el de la araña gigante Nephila y queso gorgonzola concentrado el de la chinche. Comer estos insectos no es perjudicial, créanme, se lo dice uno que ha probado toda clase de manjares..
Hablando de manjares, escribiendo sobre viandas se me ha levantado el apetito. Así que picaremos un poco de escorpiones secos. Contienen poquísimas calorías y saben a arroz tostado. Otra día sigo comentándoles estas lecturas.

                  

No hay comentarios:

Publicar un comentario