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sábado, 20 de enero de 2018

REENCARNACIÓN

Como no creo en dios ni en los dioses, mis conocidos agnósticos, laicos aconfesionales, me han presentado a una mujer que cree en la reencarnación.
 Es la única persona que conozco capaz de atribuirse una existencia anterior  animal execrable. Porque ella afirma que tuvo una vida pasada en forma de pulga. De pulga de la rata. Hasta hoy he conocido a gentes que dicen haber sido peregrinos, gladiadores romanos, aguadores del medievo, curas, prostitutas, emperadores, magos, etc... Todos en diversas épocas y tiempos. Los que, que también hubo, vivieron como animales, lo fueron heroicos: lobos, cánidos grandes, águilas.
 Pero esta mujer insiste en que, por una extraña facultad de interpretación psíquica, ella fue pulga. Pulga de rata, concretamente xenopsylla cheopis, o pulga de transmisión de la peste bubónica. Ella  habla tranquilamente de la reencarnación, convencida que cada uno es lo que es porque antes ha sido otra cosa, asunto que no alcanzo a comprender del todo, aunque como la conversación se dilata y yo he advertido que sus piernas largas permitirían mayor transcendencia en el diálogo, he acabado invitándola a cenar. Estoy seguro, al ver como aromatiza su lucida prosa, que después de la cena, la ex pulga y el ateo batiremos nuestros poderes dialectales reencarnables.

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