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viernes, 2 de febrero de 2018

FIEBRE

Nunca me habían hurtado un libro, menos en un semáforo, menos sacándolo con agilidad del anorak, menos dejando un halo maravilloso tras de sí, menos sonriendo. Nunca me había alegrado tanto del hurto de un libro…………
La memoria en las tardes de jazz se desordena inoportunamente. “Monk's dream”,  Thelonious Monk, arranca con fuerza de cuerdas. Una supuesta bola de fuego arde al fondo de la habitación, ilumina destellando el teclado oscuro, hace que la cabeza explote e inunde de sesos grises el suelo.
 Sin cabeza y sin memoria las tardes de blues caen lánguidas. Voy de la lectura a la escritura con horrenda facilidad. Trotsky, viejo camarada Liev Davidovich, sueña en el pórtico de su destierro en Turquía con islas vírgenes y casas reposadas donde escribir versos. Maiakovski se dispara un tiro en el corazón, corazón de paño, corazón de guitarra y banjo.
Muchos días de mi vida son así. Duran el tiempo en el que puedo estar solo repasando versos y textos. Música desde las entrañas  destinada al sentimiento que me destroza. Otra vez  sin cabeza, sin memoria, parezco un monstruo de plastilina, golem que camina sobre aleros buscando gárgolas que provocan llantos de media noche. (La disidencia y la incandescencia. Jazz, ñazz, blues, zulú, manitú. Café limones, y guitarras. Otra vez mi personal hurtadora de libros agarrándome el alma desalmada). 

Tarde sin cabeza ni memoria.





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