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martes, 2 de enero de 2018

BAJO EL VOLCÁN

"Un pinchazo en el pecho acaba despertando al tipo que dormita con los pies sobre un cojín apoyado en una mesa baja de color caoba. Está tapado con una manta que le da confort. 
En televisión  un reportaje sobre koalas y peleas sexuales marsupiales parpadea en  el centro del comedor con persianas bajadas impidiendo ver las nubes oscuras, cenizas volátiles del volcán que hace una hora ha entrado en erupción apenas a doscientos kilómetros de allí y que el viento de poniente mueve, arrastra, extiende.
El pinchazo en el pecho ha sido una mera reacción muscular, piensa mientras bebe agua con pastillas ex profeso. A pesar de estar encerrado en casa, el olor a fragmentos  piroclastos, bombas ígneas, escorias, gases, lapillis, inunda el ambiente. Koalas en televisión arañándose, comiendo eucaliptos y trepando por los troncos del bosque arrasado.
El volcán, que sigue expulsando lava cruenta,  provoca un auténtico caos en la región. La desbandada precede al pánico; las autoridades se ven forzadas a disparar contra revueltas y saqueos. Un corredor marcado por  especialistas militares trata de evacuar a la población. Las emanaciones dificultan cada vez más todo procedimiento. Cientos de personas caen asfixiadas por las calles. Diáspora de coches y furgonetas equipadas con ropa y neceser de supervivencia.
Este pinchazo sigue, maldita sea, piensa, así que toma nitroglicerina sublingual para el angor pectoris, la base de la lengua se pone ácida debido al citrato de cafeína, siente mucho dolor, antes ya ingirió un betabloqueante.
Un koala invasor reta al macho alfa y lo muerde casi a muerte, revolcándolo. Afuera el cielo parece rojo y los disparos lejanos advierten de la algarabía.
Apoyado sobre un cojín reposa con la lengua hinchada, la respiración extraña, dolor incesante. Definitivamente el fin del mundo comenzó hace un rato." 

 



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