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lunes, 1 de enero de 2018

SOFÁS Y AMAZONAS


Un sofá verde vuela sobre un puente rojo con dos tripulantes. Ella es una amazona proveniente de Escitia y él un cuerpo que yace entre sus piernas suaves de azúcar. La guerrera mira el reloj de la mesa, las luces de neón que chirrían tras la luna. Galopa con cuidado al principio y luego acelera hasta sentirse desfallecer. Ahí sostiene la daga afilada; sin más, intenta rebanarle el pescuezo. Ofrecerá esa cabeza a Clonia, a Polemusa, Derinoe, Evandra, Antandra, a Bremusa, Hipótoa, a Harmótoa la de ojos oscuros, Alcibia, Derimaquea, Antíbrota, a Termodosa y su lanza de oro......
Un sofá verde vuela sobre un puente rojo. Poco a poco la amazona, sus gestos y latidos, acaban fundiéndose en la noche, el cuerpo se deshace dentro del cadáver que sostiene entre las piernas con severidad. Azúcar, limón, miel........
 Este sueño intranquilo se ha mezclado con el ruido de un rotor de helicóptero. Repasando anoche al renacentista Giovanni Boccaccio, acabé en los ojos de Marpesia... en su presentimiento agónico de sofás y cabalgaduras...
El día se estira elástico. A veces deseo que esas horas no terminen jamás, que el sol implosione y una ola calurosa de fuego arrase todo el hielo que navega en mis venas, icebergs a la deriva del archipiélago de Kerguelen, 4500 km de diámetro sobre la que sobresale una angosta península en forma de «S», proyectada hacia el extremo austral..............
Un sofá verde vulgar e incómodo, apenas horas de guerra sin cuartel. Una amazona.... un cadáver........

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