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jueves, 18 de enero de 2018

EXPEDIENTES EQUIS

Misiles y culebras acompañan a los seguidores ufo, toda una pléyade que espera confort con el choque intergalaxial. Arriba de Sierra Espuña, un verano de calina y salamandras nocturnas devora grillos, decían que un gran platillo volante, nave nodriza, solía campar. Aquello era mentira, pero algunos peregrinaban igual que peregrinan a Lourdes cojos, mancos, colíticos y sacamantecas. Como uno escribe de todo, puro terreno abrupto, otros entienden la majadería de este autor con sus alienígenas impenitentes, como simpatizante de la causa. Se les olvida que suelo hablar sobre ellos armándolos con coladores de café de los que usaba mi abuela,  molinillos trituradores y  caretos parecidos al del camarero del bar donde tintorreo cuando me place.
Misiles y culebras acompañan a los seguidores ufo, así se las gastan, ajenos por lo demás a la astronáutica, una de las bellas ciencias de nuestras disciplinas. Nadie tiene la culpa de las creencias, recuerden a Groucho: creoyo creo... que debería de tomar otra copa, pero el castañeo que últimamente veo en los papeles desclasificados, expedientes equis, llama al cachondeo total. Y nada, las bases submarinas de los ejércitos extraterrestres, amanecerán un día para liberarnos de nosotros mismos. Digo lo mismo que Gómez de la Serna: las hormigas son marcianos establecidos ya en la tierra. Se lo dice un mirmecólogo aficionado. 


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