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lunes, 15 de enero de 2018

PÁJAROS ÁCIDOS

Releo "La conjura de los necios",(releo siempre de ocho y media a nueve menos cuarto am), sentado en la terraza de una cafetería. Hoy una cagada de ave escondida entre el follaje de los gigantescos ficus me encabrona. Joder. Cae justo en el muslo. Blanca, negra y gris, cagada tricolor que inflexiona mi posición delante del café largo humeante arriba de la mesa. El  pájaro es ácido, debe de serlo, porque el excremento crea en segundos una quemazón en el pantalón y la quemazón un agujero diminuto, similar al fósforo candescente. Mierda al cuadrado. Pájaros mutantes sobre la copa de los árboles de las cafeterías que cagan napalm cotidiano. Pájaros con alas de nácar, con plumas de hierro, con vientre decrepitus humeante. ¿Que comen nuestros pájaros de ciudad, pregunto al hilarante protagonista de la novela obligatoria releída, Ignatus Reilly?. 
Me levanto y entro en el bar en cuestión. Abro paso entre la gente que  zampa churros y humos chocolateros. Otro café, cuando pueda, por favor. Miro a la camarera atareada en la máquina y veo un leve, pequeño, minúsculo agujero en su hombro derecho. Cuando llega con el vaso se lo señalo... ¿pájaro o pajarraco?. Ella sonríe.




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