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miércoles, 6 de diciembre de 2017

OMBLIGOS

En que época la mentalidad tóxica se vuelve irreversible?. Tal vez cuando en vez de café hablamos del fruto bunnu y decimos chaub. ¿O durante las grescas alcohólicas invocando a Evohé?. O no, a la contra: nicotina y polen.
Mis compañeros de viaje, demonios de la cotidianidad, así lo dicen y cuentan. Nada hace más estragos que la literatura, ni siquiera lo social, pues lo social no es sino un eco repetido, ampliado, dinamitado por la propia literatura. Habla Kundera de sus insignificancias y los meaderos de Stalin, Nos explica quién intenta robarnos la muerte y nos habla, oh dioses del azar¡, de los ombligos. También de las perdices de acero, pero sobre todo de los ombligos.
Yo sueño a veces con ombligos. Con hoyos enormes que semejan volcanes dormidos. Células dormidas.
Anoche ocurrió. El ombligo asomaba por todos sitios en una pesadilla tierna. Se retorcía con vida propia y estaba cubierto de espejos donde se veían ad infinitud cientos de ombligos más. Los mismos y tan diferentes. Imagino que es por culpa de la mentalidad tóxica.
Con el tiempo he pasado a describirme como escribidor. Escritor es un escalafón más al que nunca llegaré. Tampoco me preocupa mucho. Digo esto porque al contrario de los demás, mi ombligo ha acabado borrándose. Pienso que es por esta manía puta de escribir.
De esta manera soy un no nato, un ser inumbilical, hartamente tóxico, nocivo, cáustico, desintegrador.
¿En que momento de mi historia personal he decidido ir directo al infierno condecente  y pelear contra el que habita dentro?. ¿Toxicidad?

La pendiente está rodeada de carcajadas, ebriedad ligera que tanto seduce a los primates. Y todos excepto uno mismo, con ombligos adornados de espejos.


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