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domingo, 21 de enero de 2018

IR DE CULO

Para las diferentes civilizaciones el culo ha sido el culmen de las diferencias anatómicas y, como no, asunto tabú por su propia naturaleza. Ciertamente, dependiendo de épocas y eras, es el fin de la espalda por siempre eterno motivo de enjundias, desenlaces, disputas, deseo, goce o furibundo ataque. Por eso cuando digo que voy de culo sé que una carga histórica apabulla mi reflexión. Más que reflexión una aseveración contundente.
Voy de culo como san patrás, como los cangrejos de las pozas saladas, como la economía represiva regresiva que nos asola. Mi culo es un estilete que contiene las lástimas diarias. Prisas, agobios, tráfagos, saturaciones. Días inhóspitos, hostiles, de enemigos- amigos agazapados en la jungla urbana de cementos y neones. Arrastra uno insatisfacciones, sobrias medidas, preocupaciones excesivas, sinsabores, o más bien arrastra uno un mundo átono que conduce a las nueve en punto de la noche a fatigas, olor a pateo cotidiano y ojos rojos de cansancio.
Todas las civilizaciones del orbe se suman a mi culo, voy fatal, al límite, aportando alforjas de plomo a un camino sin salidas. Pues sí, esa es la realidad de esta noche, lo confieso, mi culo pelado de situaciones anda escaldado y agotado. Lo peor: estoy  harto de ir tan de culo, como la mayoría de los que me rodean:  ......de culo igual que yo. Ya digo: sin solución.



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