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lunes, 1 de enero de 2018

LA REINA DEL PORNO

La reina del porno se ducha siempre con agua fría. Habla a media voz y odia los focos. A la reina el porno no le gustan medias tintas, así que bebe tinteros completos. Tinta negra indeleble de la china. Pienso estos desbarajustes oyendo el sonido de caravanas en una autopista de infierno mata culebras. La carretera está llena de sierpes que escapan del fuego. Una chicharra huye de mala manera, es posible que cualquier pájaro haya intentado comérsela y, por diferentes cuestiones, pudo huir. Tiene herido el abdomen desde donde asoma un líquido intestinal que será frenesí de otros depredadores. Aún así canta, el aparato estridulatorio situado en los costados resiste tan catastrófica avería.
Mi reina del porno se enfrenta a todos cuando se convierte en mujer pantera. Dice llamarse Irena Dubrovna y arrastra una maldición ancestral, una maldición sujeta al albur de los acontecimientos: devorarme con prontitud. 
Sus labios rojos mojados me han destrozado durante la noche. Habla versos del poeta John Donne" Pero el pecado negro traicionó a la oscuridad infinita, a mi mundo, a ambas partes, y ambas partes deben morir...", ríe, gesticula, salta desde el cabezal a la colcha, por entre las arrugas de la sábana, en el agua del suelo. La reina del porno, una alegoría republicana inimaginable por los sicalípticos, una aberración del confort burgués, un desliz caliente de la muerte, forma parte de mí, intrínseca, inseparable, atornillada por garras de gel afiladas ......



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