La narración brevísima parte de
supuestos y de símiles. Usted crea un cadáver en medio de una plaza pública,
por ejemplo. Lo rodea de personajes mínimos, el tendero que mira, la dueña del
chino que opina pronunciando eles, la vecina dominante, el padre ensimismado.
Añada guardias, policía y juez forense ocupado. También rumores. Era un
mendigo, no, ha sido un drogadicto, que va, no tenéis ni idea, era cualquier
transeúnte acuchillado con una daga iraní tallada por los dos lados. Sólo
faltan ambulancias y el coche de la compañía fúnebre que lo traslade a la
morgue.
Después, créame, describa tranquilamente como el sol cae sobre los
sauces llorones y los toboganes de la zona infantil.
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