Mucho sol se agolpa en las lomas de las
montañas. Por encima de las antenas de televisión, parabólicas, torres y
cables, la lámina del mar violeta es extensible, goma de mascar dúctil.
Me contaba un colega científico que su moto
funciona con zanahorias: "Esa es la base, por así llamarlo. En realidad
procesamos la zanahoria en trozos muy pequeños sometiéndola a una hidrólisis
enzimática, con una ruptura de las moléculas de mayor tamaño, formadas por
glucosa. Así, el azúcar de los tejidos queda libre para ser consumida por las
levaduras. A continuación tiene lugar la fermentación etílica, donde se
utilizan levaduras (similares a las empleadas para producir vino, cerveza e
incluso de pan) que son capaces de transformar el azúcar presente en mosto,
etanol y dióxido de carbono. Por último, el etanol es purificado por
destilación".
Al fin el resultado es Bioetanol, un
combustible ágil que, con catalizadores adecuados, pone en marcha cualquier
motor. Está clarísimo, caso de comercializarse, las petroleras señalarían
como objetivo número uno destruir con misiles las plantaciones de zanahorias.
Estas cosas las cavilo en el silencio de la
mañana quieta, el ruido lejano de los tubos de escape, los aleteos de las palomas en el alféizar de la ventana. Bebo café. Huele toda la habitación, impregna la mezcla torrefacta lámparas, libros, sillas. Fumo sin cesar.
Algún día he de contar mi descubrimiento
intelectual del café. Los escritos de Néstor Luján me ayudaron a estabilizar la
línea de flotación de la infusión estimulante. La belleza de las flores del
cafeto etíope, su fruto verde primero y rojizo después, ¿alguna vez han abierto
un grano sin tostar?, ¿han seccionado su estructura?, ¿han visto y admirado el
alma escondida tras la piel plateada?, ¿han, en definitiva, admirado su
taxonomía, la pulpa, el pergamino, la capa de pectina?......
Suena la radio débil en la cocina. Fútbol, yates,
narcos y rock and roll. Escándalos que ya
no los son. Abro el ventanal .
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