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martes, 16 de enero de 2018

EL ACCIDENTE DE AVIACIÓN

En su turno Bienvenido barre una de las aceras de salidas de la terminal. Le disgusta el trabajo, pero es un trabajo.  Bienve, así lo llaman los amigos, empuja un carro de limpieza con una bolsa negra de plástico.
Esa calle del aeropuerto internacional es rápida, solo pueden aparcar los taxis autorizados. Aparcar, recoger ingleses y zumbar hasta el destino más próximo. Poco que contar, ninguna anécdota apenas. Limpia los ceniceros, las papeleras, mira a turistas borrachos, vienen a disfrutar de sol, playas, discotecas, alcohol y sexo. Ayer un tipo en mangas cortas, (hace frío), lo saludó hablando no sabe que cosas en  su idioma. Tenía tatuado el escudo del Celtic de Glasgow en la cabeza rapada. 
Bienve barre aislado, salvo contadas excepciones. Los auriculares de su mp4 suenan increíbles.  Lleva toda la mañana oyendo a los Dire Straist .
En otro lugar de la terminal hay un aviso de mal aterrizaje. Un Boeing procedente de algún sitio tiene problemas. Se han activado los correspondientes protocolos. Los bomberos lanzan veloces sus camiones por las pistas. Entre ellos uno de cuarenta y nueve toneladas que acelera de cero a ochenta y un kilómetros por hora en veintiún segundos. Alta tecnología alemana.
Entra en pista  doblando la proa. Mal movimiento, una de las alas roza el asfalto y se incendia por la fricción. Antes de apurar la frenada, parte del fuselaje es pura llama. Ocurre lo peor. Sirenas, carreras, fuerzas de seguridad, ambulancias. El Boeing arde como una hoguera en san Juan.
Barrer es aburrido, además, esa parte aeroportuaria es otro mundo. Parecido a una estación de ferrocarril rural. Hoy, Bienve sonríe, en una papelera han tirado un consolador grande. Cosas de las despedidas de solteras inglesas. Cuatro donuts de chocolate y un consolador de goma enorme. Lo guarda en un compartimiento del carro de limpieza. Seguro que más tarde bromeará con algún compañero. 
Que grande Alan Clark en los teclados. Quince años estuvo con la banda. Suena "Brothers in arms"... "Hay tantos mundos y tan diversos, muchos soles todos diferentes, y tan solo tenemos un mundo, pero cada uno vivimos en uno diferente". Alguien intenta decirle algo pero no puede oírlo, los Dire concentran toda su atención.
En las pistas han salvado a unas cuarenta personas. Pero hay otra ciento diez achicharradas. Los planes de evacuación parecen sincronizarse, aunque las prisas hagan parecer que reina el caos. A estas horas ya es noticia de primera página, televisiones, periodistas, fotógrafos y agentes de viaje empiezan a llegar al aeropuerto internacional.
Bienve ve aproximarse a un compañero, abre el compartimiento del carro de limpieza e intenta enseñarle el consolador. Cuando se quita los auriculares oye al otro explicar lo del accidente. Con razón huele a goma quemada, aunque aquí, en esta acera de la terminal, las pistas están a dos kilómetros, es otro mundo, otro espacio. Por eso, después de escuchar toda la novedad, de bromear con el dichoso dildo de goma, vuelve a la música y la escoba. Quedan cuatro horas de turno. Suena Mark Knopfler. Por encima de la techumbre una columna de humo negro se pierde en el cielo azul. Dos aviones siguen dando vueltas en círculo.






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