En el cañaveral se
oyen gorjeos y píos, trinos, zureos, voznos, ululeos y trisos, graznidos,
cacareos y cantos. Antes del crepúsculo empiezan a levantar vuelo. Uno, dos,
cien; posados en los tejados de las casas, ya son trescientos. Invaden aleros, ventanales y líneas eléctricas.
En apenas minutos
visitan en tropel el pueblo. Miles de pájaros aleteando entre locales, departamentos y casas. El ataque es
feroz y ponen perdido de mierda todo el mobiliario. Ensucian suelos,
habitaciones, paredes, cruces, calles, ayuntamiento, estatuas, comisarías. Mierda pura de pájaro. Acaban marchando justo cuando cae el sol.
En el
cañaveral un ligero murmullo da paso al sueño.
Esa noche los asustados
habitantes la pasarán limpiando. No entienden que misterio biológico hace que
las aves confundan su pueblo con un gran retrete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario