No existe el día porque aún continúa arrugado en la
hoja del calendario lanzada a la bolsa de reciclar.
Da gusto, créanme, levantarse sabiendo que no estamos, que apenas hace nada era
de otra forma, que todo lo que ocurra hasta mañana quedará en el limbo de la
bruma.
Suena la radio en la cocina, eco lleno de cancioncillas y cortes publicitarios.
Kim Jong-un se me apareció anoche en el pasillo. Orinar junto a una prospección
astral del líder por antonomasia asusta un poco, sobre todo viéndolo con un abrigo de comandante general de las fuerzas armadas. El abrigo militar le
impide ser ágil a la hora de sacarla.
El pasillo de casa acabó concurrido. Lo comento porque Ri Sol-hu, esposa
complaciente del prohombre que meaba en el váter, esperaba modosita mirando un
póster del Guernica pegado con chinchetas fluorescentes en la pared.
Para
colmo, hube de saltar por encima del papa de Roma, un tipo al que le ha dado
por tumbarse en el suelo para rezar en el pasillo de casa, (ya les hablaré del singular pasillo de casa, siempre lleno de habitantes). Sólo he conocido a otro igual: Jaume Sisa,
compositor galáctico (va a ser eso), capaz de cantar boleros tumbado en la
tarima de un escenario. Además sin recato.
Como observarán, la noche ha dado de sí. Sé que estas cosas, las prospecciones,
han ocurrido porque hoy, mañana o ayer, no existen.
Apoyo el vaso con café.
Las golondrinas vuelan sobre la mañana gris ceniza. El grado de humedad
favorece que se vuelvan activas: los élitros de los insectos se mojan y pesan
más, ralentizan movimientos, permiten ser presas rápidas.....
Poco a poco tanta cafeína reactiva el circuito sanguíneo, mi cabeza pelada echa
humo por las sienes........
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